PAITOCO
"Me siento maaaal", diría un amigo sacándonos risas desde el extranjero.
Me siento mal, harán eco mis palabras al momento de tu partida.
De tu edad nos privaste con alegría y tímida vergüenza.
Resultaste tener la razón: por los años no se intersa quien habita en los recuerdos.
Y no sólo en aquellos esporádicos, de buena fe y timorata presencia.
Sino en los profundos y recónditos pasajes del alma, lugar de los miedos y deseos.
Ahí es donde ubicamos nuestra certeza: marcaste con tu vida, sanaste con tu muerte.
Sanaste algo del dolor con tu sonrisa,
algo del llanto con tu mirada,
algo del horror con tu esperanza; meláncolica esperanza que poco pudimos entender.
Sin embargo, al que se quiere no se lo entiende, se lo quiere y punto.
Y a ti se te quiere y siempre se te querrá como lo que fuiste:
Un amigo, un niño, un adulto, un estudiante, un suicida, un futbolero, un hincha de la católica, un Pepito TV, un Che Copete, un bromista, un imitador, un paitoco, un enamorado de tu verdad.
Quizás tu verdad no era la de la vida, y ese dolor nos acompañará por siempre, sin embargo es por sobre todas las cosas tú verdad. Por eso y por todo lo que fuiste, es la razón por la que se te quiere hasta el día de hoy y por lo que se te querrá y recordará hasta el día de nuestra muerte.
Por ser uno más entre nosotros, sin mayores pretenciones que la de compartir, estar ahí y poder disfrutar de un rato agradable.
Gracias Pedro por dejarnos recorrer en parte contigo ese tan arduo y duro camino que debió ser para tí la vida, eso es algo que nunca olvidaremos. Al menos yo...
Tu amigo por siempre,
Rodrigo, el Topo.